Marcos Vaca
El estudio de Viviana Cordero es inspirador. Tiene vista a Cumbayá, a Guápulo y a la avenida González Suárez. El pequeño cuarto azul y plateado está lleno de libros, discos, fotos, figuras de acción, muñecas, muebles. Es un lugar creado para escribir o para soñar en los mundos que una cineasta o escritora puede tener en la cabeza.
En ese estudio se cocinó ‘Solo es una más’, película ambientada en la González Suárez y que a finales del 2017 estuvo en cartelera. El filme trata sobre Mateo (Joaquín Wappenstein), un joven que sufre de epilepsia por un tumor cerebral. El protagonista, por su discapacidad, camina libremente por el barrio. “Creo que no había otra avenida posible”, recalca la directora. Ni en la avenida República de El Salvador ni en Cumbayá.
La primera es una zona empresarial y en el valle, Mateo necesitaría auto. Estas son las razones pragmáticas de Viviana, pero la razón del corazón es que ella se declara culpable de amor por la González Suárez.
La vanidad de la avenida, según Cordero
Dos escenas de la cinta inmortalizan la vanidad de la avenida. Una en la que Mateo camina en medio de la neblina por el parterre. La secuencia no fue planificada, simplemente ocurrió. “Fuimos bendecidos; Quito nos sonrió. Teníamos que adaptarnos si llovía o estaba abierto y, de pronto, tuvimos ese regalo de la avenida para inmortalizar la vanidad de la González Suárez; cuán bella se nos presentó de esa manera”, recuerda la directora, como si ahora escribiera las memorias del barrio.
La neblina -acota Cordero- da un ambiente citadinos, romántico e inspira a los que tienen alma de escritores o poetas a pensar en otros mundos. “En la película no se sabe si el chico camina por una avenida londinense o por la González”, concluye la directora.
La segunda escena es más simple. En cámara rápida se filma desde lejos los edificios de la avenida. La idea era para decir que detrás de las construcciones ocurre una historia, la historia de Mateo con sus sueños y miedos.
Las locaciones para el rodaje
Siete lugares se utilizaron para rodar la película. Nunca se menciona el nombre del barrio y es a propósito. Viviana Cordero se excusa en que la historia pudo ocurrir en cualquier lugar y por eso el anonimato. También porque es mágico dejar al espectador la tarea de imaginar en qué ciudad existirá esa avenida tan bonita con esa neblina romántica.
