Este es un barrio rico; enriquecido por la gente que vive y trabaja aquí. Es rico por la calidad de personas que aportan —de una u otra manera— para que la convivencia sea mejor.
María Dias es una de esas trabajadoras silenciosas. Quizás su labor pase desapercibida para la mayoría. Ella, desde hace 40 años, camina por la avenida clasificando la basura. Esta es la forma de conseguir su sustento. Tiene 69 años, nació en Pujilí, en la provincia de Cotopaxi, pero vino a Quito cuando era niña.
El trabajo de descontaminación es familiar
María Dias habla poco, lo justo para contar su trabajo en la cadena del reciclaje en el barrio. Su hija Diana Toaquiza, de 42 años, es su compañera. Trabajan juntas buscando cartón, plástico, papel y vidrio en los contenedores que se ubican en las aceras. Vienen los martes, jueves y sábado.
Viven lejos del barrio
Llegan desde San José de Monjas, en el centro oriente de Quito; ahí no hay edificios altos. Su casa —dicen— es pequeña. Trabajan desde las 14:00 y terminan aproximadamente a las 21:00, cuando no llueve. Si cae un aguacero, no les queda más que escampar en el portal del colegio La Inmaculada.
María y Diana tienen el espíritu sencillo y así han hecho amistad con algunos guardias y residentes. Don Gustavo Pérez es uno de los vecinos interesados en que la González cuente con un sistema de reciclaje. De él han recibido apoyo.
En algunos edificios ya reciben los desechos separados y para ellas eso es una ayuda. Su trabajo va en favor de la naturaleza. “Ayudamos a descontaminar el medio ambiente. Mientras más basura reciclemos, más durarán los rellenos”, sentencia Diana.
A cambio piden que no mezclen los desperdicios con desechos orgánicos o basura de los baños. “Eso nos ayudaría incluso en nuestra salud”.
Esta es la forma en que madre e hija enriquecen la calidad de vida del barrio. Esta es la forma que una familia sustenta su futuro.
Los recursos para sus trabajos
- Las gestoras reciben, por ejemplo, 10 centavos por un kilo de papel. Un kilo de botellas de plástico vale 40 centavos.
- Las gestoras buscan los desechos reutilizables en las aceras, los acumulan en su casa hasta tener una cantidad suficiente que pueda ser comercializada.
- Mientras menos desechos lleguen al relleno sanitario, la vida útil de este espacio aumenta; de ahí el rol estratégico de los gestores.
- El trabajo de María y Diana está avalado por Emaseo.