¿Por qué lloras mamá?

Por Paola Flores M.

Lloras por todas esas pruebas negativas, pero lloras más cuando por fin llega el positivo… En silencio te asustas y piensas en toda la responsabilidad que viene, pero algo dentro de ti, te impulsa a salir adelante.  De pronto, te ves comiendo sano, dejando los malos hábitos y hasta haciendo ejercicio.

Lloras la primera vez que escuchaste su corazón. Ese tuctuctuc tan rápido como un caballo galopando, que acelera tu corazón al mismo ritmo. 

Lloras al sentir esas patadas traviesas dentro de ti y tratas de imaginar lo que hace.

Lloras al ver su rostro por primera vez en la primera ecografía.

Lloras en el parto, por el dolor, por la angustia, porque deseas con toda tu alma que todo salga bien, que ya pase la tempestad y llegue la calma.

Lloras al escucharlo llorar en el suspiro más importante de su vida, que activa toda su maquinaria. El sentimiento de verlo llorar desconsolado y ver su reacción al oír tu voz.

Las razones para el llanto de la madre

Lloras cuando escuchas cualquier canción que te recuerde la maternidad ¯\_(ツ)_/¯

Lloras en esas noches en que no puede dormir y no tienes ni idea de cómo calmarlo.

Lloras cuando lo ves en su cuna, dormir tranquilo y lo observas detenidamente; cómo respira, la forma de sus ojos, su boquita soñando con tu pecho, sus manos tan pequeñas.

Lloras porque no te terminas de creer que tú creaste esa vida. 

Lloras cuando te lanza su primera sonrisa desdentada, porque te ve a lo ojos con toda esa ternura y el más puro amor que pueda existir.

Lloras cuando deja su ropa de recién nacido porque te das cuenta de que tu bebé está creciendo rápidamente. 

Lloras de orgullo cuando logra sostener su cabeza, sentarse, girarse, gatear, caminar…

Lloras cuando te das cuenta, de que ya no eres la misma de antes, porque ahora eres su mamá. Y sabes que pronto serás de esas mujeres que lloran desconsoladas en el festival del Día de las Madres, viéndolo hacer cualquier cosa, que llorarás cuando lo veas con su uniforme de la secundaria, cuando sea un puberto y lo avergüences.

Llorar nunca había sido tan catártico y reconfortante para expresar todo eso que guardas en tu pecho, y ahora brota por tus ojos.