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Mi madre y el monstruo

Un monstruo viene a buscarme. Foto: Internet.

Es una pesadilla con un monstruo. Connor no puede sostener a mamá, está a punto de caer al abismo; Connor tiene las manos pequeñas; no es un hombre, pero tampoco es un niño. Es una pesadilla que a la mamá se la trague el vacío. Es mejor despertar. Es mejor verla a ella dormida, descansando…

Mamá es joven, es optimista, alegre y gusta del cine antiguo. En casa tiene un proyector de cintas viejo que era del abuelo. Me muestra cómo funciona, me enseña King Kong en una película en blanco y negro. King Kong no es malo simplemente que la humanidad se asusta de todo aquello que no entiende. Mamá se durmió, no vio toda la película y yo olvidé el mal día en la escuela; Anton y sus amigos nuevamente me golpearon y no hice nada por defenderme.

Son las 12:07 am. Estaba dibujando en mi cuarto y algunas cosas empezaron a moverse. Mamá dormía en la otra habitación, necesita descansar luego de tomar las medicinas. Escucho ruidos, miro la ventana y veo cómo desde el horizonte un ser horrible se acerca a casa; destruye postes de luz y los rieles del tren. El monstruo es enorme, tan alto que debe agacharse para verme en mi cuarto que está en el segundo piso de la casa. Tiene ojos como de fuego y su cuerpo es como de un árbol y sus brazos son ramas; son tentáculos que me atrapan.

No le temo al monstruo

Siento más miedo con mi pesadilla cuando veo a mamá caer en el precipicio, cuando siento que se va y no quiero que se vaya. Si me deja, iré a vivir para siempre con la abuela en una casa que parece un museo con cosas de anciana. Mi madre está en el hospital, casi no la puedo ver; ella me dice que probará otro tratamiento, que el anterior no hizo efecto así que deberé quedarme con la abuela.

El monstruo puede ayudar, sé que lo puede hacer; no quiero vivir con la abuela; no quiero dejar sola a mamá, pero parece que a él no le importa. Está empeñado en contarme tres historias y me amenaza que yo contaré la cuarta. La primera fue absurda.

La segunda historia es sobre un boticario y un sacerdote. El boticario era famoso por curar a las personas con hierbas y pociones naturales, pero con la llegada de las industrias esas costumbres se perdían y se asemejaban a hechicería y por eso el cura hablaba mal del boticario. ¿Qué tienen que ver estas estúpidas historias conmigo y con mi madre?, me preguntaba cuando el monstruo las relataba; pero las oía e imaginaba en mi cabeza como si fueran los dibujos que me gusta hacer.

Me molesté por esa tonta historia y destruí cosas de la abuela. La tercera historia del monstruo simplemente me molestó más porque sacó mi enojo porque me sentí invisible y solo.

El tiempo llegó

El monstruo reclamó mi historia, que no era más que esa pesadilla en la que perdía a mi mamá; que yo no la podía sostener. Mi madre moría y yo no quería dejarla ir. En mi historia prefería botarme al abismo y evitar así la verdad. Mi vida era un engaño porque no aceptaba que mamá se iría pronto y sufría, pero no lo aceptaba y me mentía, inventaba cosas para retenerla o simplemente despertaba de lo que creía era una pesadilla.

Cuando me aventé al abismo, el monstruo me salvó y me obligó a decir la verdad: mamá estaba muriendo y por primera vez lo acepté. Mamá se fue y tuve miedo de mi vida sin ella. El monstruo me dijo que era natural el miedo y que será más que difícil, entenderlo; pero lo superaría.

Así termina la cuarta historia de la película Un monstruo viene a verme.  Así Connor aprendió a despedirse de su mamá; aprendió a soltarla a pesar de que tenía miedo de su vida sin ella.

 

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Escrito por Marcos Vaca

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