Marcos Vaca
En la González Suárez también se hace magia. Pasan cosas extrañamente divertidas: Superman llega a una fiesta de aprendices de magos y maestros de hechicería del Colegio Hogwarts.
Es la noche de Harry Potter en el barrio y en el mundo. El calendario señala como fecha 1 de febrero, los fans de la saga literaria se reúnen para jugar y leer pasajes del universo mágico que salió de la mente de la escritora J. K. Rowling.
¿Y qué tiene que ver Superman con la magia?
Pues nada. Solo que a Samuel, un niño de 3 años y 4 meses, le gusta más la vestimenta del Hombre de Acero que las capas oscuras de los estudiantes de Hogwarts. Su madre, Angélica, es seguidora de Harry y llevó a su hijo al departamento de Ana Verónica Andrade, en uno de los edificios del barrio, para que conociera a otros aprendices de mago.
Samuel no quiso saber de magia. Cuando su mami le viste con la capa, se malhumora y su rostro solo recobra alegría cuando luce el traje azul y rojo. “Está muy chiquito, ahora solo le gustan los superhéroes”, dice Angélica, de 34 años.
Lo que Samuel no sabe es que su mami y sus amigos del club de lectura planearon este encuentro desde el año pasado justamente para que los niños se sumergieran en el mundo Potter.
Hogwarts en el departamento
Los adultos se esmeraron para parecerse a los maestros magos. La profesora McGonagall es María José Montalvo en la vida real. Es la presidenta del club de lectura y la que movía sus manos para organizar el encuentro fantástico. “Los padres hicimos desde las varitas hasta los adornos”.
Para divertirse, hay juegos. El sombrero seleccionador ayuda a formar los equipos o casas. La idea es recrear el mundo mágico. A Samuel al final lo convencieron. Acepta los designios de la magia y dejó que la capa negra cubra su identidad de Superman.
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