Todo empezó con “la más bella novela del mundo”. Así era como el escritor Italo Calvino se refería a ‘La cartuja de Parma’, el libro que Stendhal publicó en 1839.
Marcelo Recalde lo leyó en su adolescencia y, desde entonces, esas páginas se hicieron parte de su vida. Años después, en 2016, Marcelo dejó de ser profesor universitario y, junto con su socia Doris Carrasco, que es diseñadora, pensaron que la mejor alternativa laboral era abrir una librería.
Tuvieron entonces que elegir un nombre y Marcelo enseguida recordó a uno de sus personajes favoritos de esa obra y, en su honor, bautizó a la librería como Conde Mosca.
El inicio de Conde Mosca
Conde Mosca arrancó a mediados de 2016 con la venta de libros a través de redes sociales. Marcelo recuerda que los lectores respondieron de inmediato a su oferta y que eso les permitió crecer y participar en distintas ferias del libro.
Para finales de ese año, el siguiente paso fue encontrar un local para alojar las 4 500 obras nuevas y de medio uso —de Filosofía, Literatura y Pensamiento Social— que ahora conforman su catálogo.
En esa búsqueda, una tarde caminaron por el barrio y vieron que el lugar donde atienden actualmente, en los bajos del Edificio Jericó, estaba disponible. Allí mismo, antes de que lo ocuparan, funcionaba otra librería y eso fue una ventaja, pues los abogados, los universitarios, los profesores y los paseantes que la visitaban se encontraron con otro espacio.
“Nuestro estilo —dice Marcelo— es buscar las mejores recomendaciones y hurgar mucho en la literatura clásica”. Para profundizar más en esas lecturas y hacer que la “tribu de lectores” se reúna, el Conde Mosca, además, organiza un club de lectores e invita a escritores nacionales e internacionales. Quien quiera, además, puede tomarse un café mientras habla sobre libros que es, en realidad, una forma divertida y sentida de hablar sobre la vida.