Libro El poder y la peste de Marcos Vaca
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En medio de la pandemia, la González inspiró un libro

En Literland se comparte información literaria. El objetivo de la plataforma virtual es construir una comunidad donde cada libro sea noticia y cada lector, protagonista.

En su perfil de Facebook tiene más de 800.000 seguidores. En Twitter, 460.000. Es decir, ha convocado a más de un millón de personas que a través de la literatura se permiten experimentar otras vidas o probarse otros nombres. Existe.

Literland también es la medicina que salvó la vida de Juan Manuel Yépez. El célebre escritor estuvo confinado en su departamento en el edificio Yoo, de la González Suárez, en coma. Pero, durante la emergencia que provocó el nuevo coronavirus despertó.

¿No lo sabía? Pues entérese de que la enfermera que le cuidaba, doña Lola Morales, todos los días le leía fragmentos de poemas, pensamientos y frases que su hija recopiló en un cuaderno de notas donde se leía, en la primera página: “Literland”.

“Cuando vi el cuaderno y leí la frase supe que la historia era real, que Lola no inventaba nada y que Juan Manuel estuvo bien cuidado”, narró un periodista. Al reportero, testigo de la historia de Yépez, lo botaron del periódico donde trabajaba por publicaciones incómodas para el Gobierno ecuatoriano.

Casi ningún medio de comunicación se ha hecho eco de este acontecimiento. ¿Será porque la noticia se registró en un barrio que ahora luce abandonado? ¿Será porque pocos recuerdos quedan de los encuentros en las tardes para beber café? ¿Será porque ya nadie se anima a recorrer las calles al ocaso del día? Puede ser. 

Pero si lee esto y le asaltan las dudas, las respuestas las encontrará en El poder y la peste. El libro de Marcos Vaca, que se publicó este junio, se escribió durante el encierro y las ideas que recoge agitan la nostalgia de un tiempo que, al parecer, se nos ha ido. 

A través de la vida y los anhelos de Juan Manuel Yépez el autor reconstruye el que podría ser un sueño colectivo: la cura a esta enfermedad que nos arrebató el duelo, el contacto. La posibilidad de la caricia sin miedo. La lectura como alivio.

¿Qué mismo pasó? Léalo.

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Escrito por Desirée Yépez

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