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Las clases de pintura de Carmen Cadena se disfrutan entre amigas

Carmen Cadena es maestra de arte en Quito

Es martes. El reloj del celular anuncia que son las 10:00. Empieza una clase que durará 3 horas. La maestra es Carmen Cadena y las alumnas, un grupo de amigas dispuestas a disfrutar del arte.

El ‘taller’ está en el espacio comunal del edificio de una las alumnas. Ahí se juntan las aprendices del arte para explorar sus lados más creativos. Sin embargo, más allá de lo artístico, el curso abierto ha servido para sociabilizar. Las alumnas se han hecho amigas y comparten experiencias. 

“Nos dedicamos a utilizar el tiempo que me parece tan importante en esta etapa de nuestra vida y despertar la creatividad y hacer cosas nuevas”, explica Carmen. Acota que sus pupilas mantienen mucha ilusión de venir, “casi nunca faltan”.

La idea inicial de la maestra era abrir un taller para jubilados que no tenían actividades diarias. Pero, no ha tenido éxito con ellos; su grupo está compuesto solo por mujeres.

“A mi encantó siempre la pintura, ahora tengo el tiempo, encontré a la profesora adecuada y no podía desaprovechar”, recuerda Coralía de Torres.

La maestra Carmen vive para el arte desde muy joven. Ha conocido muchos museos. A los 36 años tomó los primeros talleres, pero se dio cuenta que la habilidad no supera el conocimiento y a los 48 años ingresó a la Facultad de Arte e hizo carrera al punto que avanzó hacia un diplomado, una especialización y una maestría.

“Los que ya estamos en la tercera edad utilizamos el tiempo positivamente, es como la efervescencia del vino entre más tiempo más experiencia estás más capacitado para tener mucha más creatividad, más emotividad, para despertar sentimientos, emociones y eso es una maravilla”.

Carmen Cadena

Y las alumnas comparten el sentimiento. Ximena Alomia tiene 73 años. Ella fue invitada por Coralía para vincularse al taller. “Un día me dijo vamos a comprar todo lo de pintura porque mañana tenemos clase, así empecé y no he salido de aquí. Sirve para mantenerme activa y feliz”. 

Luz Marina Baltodano, de 75 años, asiste a las clases de Carmen por 10 años. Ella disfruta del taller porque le permite expresarse. Francesca Picconi, de 61 años, incluso cree que se vida comenzó cuando se jubiló. “Tengo una agencia de viajes, sigo trabajando pero solo unos cuantos minutitos. Estoy dedicada 98% a mi taller, 1% a la agencia de viajes y 1% o un poco más a mis nietos”.

Todas rescatan siempre cómo el arte les ha generado vínculos de amistad.

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