Texto y fotos de JIM
Haga un ejercicio: vaya a la terraza de su edificio, al balcón de su departamento o si está en la vereda mire al cielo.
Se dará cuenta que desde nuestro barrio tocamos el cielo. Y no exageramos y no queremos poner una metáfora en este texto; realmente lo tocamos. Cuando empieza la noche y la clásica neblina llega, pues tocamos el cielo o el cielo nos toca a nosotros.
La cuestión es que el cielo quiteño y el barrio tienen un tratado, un convenio de estar juntos y de darse el uno al otro una belleza que no tiene otro barrio.
Eso de que no hay cielo como el de Quito es cierto. Desde las terrazas y balcones de los edificios de la González Suárez se puede ver aquello; hay varios paisajes por ver: las montañas, los valles, el norte y el sur de la ciudad.
Lo que estas imágenes grafican desde la calle Bosmediano es cómo los edificios de la zona más comercial de la González Suárez y el cielo quiteño tienen ese ‘convenio’; es guapa la vista, la silueta es atractiva, la arquitectura toma forma de horizonte. El cielo y los edificios se complementan.
Lo que intentamos decirles es que el cielo de Quito entrega a cada uno de sus barrios un detalle, algo singular que los convierte en únicos y lo que pasa en la González Suárez entre el cielo y la arquitectura no lo verán en ningún otro lugar; estas imágenes lo confirman. Así que una mirada al cielo que lo que nos cubre es único.
La pura verdad…vivimos en el Cielo.
Excelente articulo!!!