Ana Verónica Andrade es una fotógrafa experta en retratar personas. Cuando se le propuso fotografiar a Yaku temía que la tarea no fuera fácil.
Todo lo contrario. La mascota de la familia López-Cordero se portó como una verdadera estrella de cine. Modeló, jugó y solo por momentos le ganaban las ganas de jugar; aun así Ana Vero estaba encantada con el can.
Yaku ha vivido toda su vida (3 años) en su hogar en la calle Gonnessiat. Joaquín López es su principal amigo. Lo cuida, lo lleva a pasear por el barrio o por el Parque Metropolitano y lo mima, al punto de que le habla y el can parece entender. “Solo te están tomando fotos, no seas pesado”, le increpa Joaquín y Yaku responde con más ladridos.
La llegada de Yaku
El can nació en la González Suárez, por eso este es su hábitat natural. Pero Joaquín confiesa que en la hacienda de sus padres, en Tambillo, es más feliz porque corre, se mete en la acequia…
Yaku es juguetón. Cuando ya agarra confianza quiere que lo mimen y siempre quiere divertirse. En la calle anda con un arnés porque quiere salir corriendo a jugar con otros perros. Hay que tener fuerza para no dejarse llevar.
Joaquín tiene 25 años y es el responsable de todos los cuidados. Le da de comer, cuida que no raye el piso del departamento de sus padres y vigila que no haga muchas travesuras. Eso ha sido un poco complejo, Yaku ya ha mordido y destrozado los cables del Internet, lo que le llevó al hospital y se la pasa haciendo huecos en el jardín de la terraza del edificio.
A Joaquín le gustó el color del pelaje del perro. Nació gris a diferencia de otros perros de su raza (gran boyero suizo), que regularmente son negros. Lleva el nombre de Yaku (agua en quichua) porque de pequeño tenía los ojos azules.
Ana Verónica tomó muchísimas fotos de la mascota de los López-Cordero. Las gráficas producen mucha ternura, pero en vivo, Yaku impone respeto; su instinto lo lleva a ser un can que protege a sus seres queridos, que son su familia.