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Las ventas informales generan un dilema a los moradores del barrio

Querido vecino:

Este reportaje intenta mostrar los puntos de vista que han provocado el debate sobre las ventas en las veredas de la González Suárez. Aquí encontrarás:

  • Pequeñas historias de las vendedoras y su relación con el barrio.
  • La posición de las autoridades municipales sobre las ventas, quienes incluso anticipan un censo en el barrio para determinar cuántos comerciantes laboran aquí.
  • La normativa que regula las ventas informales y los procesos de denuncia.
  • Las posiciones de quienes están en contra y de aquellos que defienden a las comerciantes.
  • Los cuestionamientos sobre la salubridad.
  • Posibles soluciones (una de ellas: poner kioscos).

Más que una percepción, una realidad

Al mediodía de un nublado sábado de junio se pueden identificar hasta ocho vendedores de diversos productos en las veredas de la avenida González Suárez. Hay una pareja que vende artesanías—coloridas máscaras tejidas y de cerámica— a una cuadra del Hotel Quito. Mientras que frente a ellos un hombre parado en el parterre ofrece langostinos que sostiene en una de sus manos.

Más adelante, en sentido sur-norte, se distinguen en distintos puntos (afuera de Cyrano o en la entrada de Produbanco, por ejemplo) media decena de vendedoras de frutas y verduras. En un recorrido rápido, a una velocidad media, son apenas visibles detrás de los autos aparcados en las calles.

Una de ellas es María. Tiene su puesto improvisado cerca de Pharmacys y el edificio Monteblanco. Permanece sentada de espaldas a la calle y a su alrededor, en semicírculo, hay unos baldes negros en donde exhibe los productos del día. Tiene frutillas, aguacates, duraznos, peras, uvas, arándanos…

Esa vía ha sido su lugar de trabajo durante 8 años. Hasta allí llega todos los días, salvo uno que otro domingo, para ofrecer frutas y verduras que compra en la madrugada en el mercado. En apenas 10 minutos vende un aguacate maduro a dos señoras que pasean por la acera y 3 dólares de frutas a un conductor que se detiene junto a su puesto.

La presencia de comerciantes, como María, en las veredas del barrio es un asunto controversial entre los residentes. Que tiene tantos detractores como personas a favor. A raíz de la pandemia y su consecuente crisis generalizada hay la percepción de que este tipo de ventas aumentaron en las principales avenidas del barrio.

Para Pablo Hernández, director de Comerciantes Autónomos de la Agencia de Coordinación Distrital del Comercio del Municipio de Quito, más allá de una percepción es una “realidad que se ha desatado tanto en la ciudad, como en el país”. Un efecto del desempleo que genera la pandemia. Dice que en los últimos meses aumentó mucho la presencia de personas en el espacio público para realizar cualquier tipo de actividad. Tanto de ventas de productos como de oferta de servicios.

La concentración de vendedores ambulantes volvió a ser un tema recurrente en julio de 2020, cuando se relajaron las medidas y restricciones. Durante ese mes se denunciaron aglomeraciones de estas ventas en las inmediaciones del Mercado Central. Una situación que también afecta de forma habitual a todo el Centro Histórico.

El debate entre los que apoyan y reprueban que los comerciantes ocupen la vía pública tiene matices y varios trasfondos. Además, es un fenómeno que se evidencia en toda la ciudad. Hay quienes los consideran una molestia y que temen que puedan convertirse en focos de contagio (al desconfiar de las medidas de higiene y bioseguridad aplicadas). Otros defienden el derecho al trabajo digno y el aporte que hacen a la diversidad del barrio.

María dice que la mayoría de vecinos y transeúntes son amables con ella. “Tengo todo ‘limpito’, muy aseado”, asegura e infiere que por esa razón no tendrían por qué quejarse. Pero sabe que hay residentes que denuncian y es cuando los agentes municipales llegan y los desalojan del lugar.

En tal caso, la ley está de parte de los denunciantes. Tanto María como los otros vendedores de la zona están catalogados como informales. O en términos estrictos trabajadores autónomos no regularizados. Lo que significa que no tienen permiso alguno para vender o trabajar en el espacio público.

Hernández explica que existe una normativa que regula las ventas informales. Consta en el Libro III de la Ordenanza 001 que constituye el Código Municipal. Según se enuncia en el documento el Permiso Único de Comercio Autónomo es un requisito indispensable para ejercer cualquier actividad comercial en las calles. De manera que quienes portan el permiso son considerados trabajadores regularizados y en caso contrario son no regularizados.

Desde el 30 de noviembre de 2020 los ciudadanos pueden realizar este trámite en línea. Los requisitos para sacar este permiso son llenar un formulario específico, copias de la cédula de identidad y la papeleta de votación, un certificado de salud que demuestre que el trabajador se encuentra apto para desarrollar la actividad, el certificado de un curso de capacitación que dicta la Agencia de Coordinación Distrital del Comercio y dos fotografías a color de tamaño carné.

Se requiere, además, el pago de la patente municipal y una regalía. Este valor varía según el sector asignado y el tipo de comerciante, que puede ser fijo, semi fijo, ocasional o temporal.

El debate se extendió a Twitter, lee la siguiente historia (haz clic en next) 👇🏼

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Escrito por Gabriela Balarezo

Autor: Ángel Mediavilla

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