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Las ventas informales generan un dilema a los moradores del barrio

Un orden casi alemán en las ventas

El malestar que provoca este tipo de actividad informal en el espacio público tiene también otra arista. Los vecinos se quejan de la falta de higiene o el desorden que pueden generar. Sin embargo, tanto Pallares, como Paredes y Mancheno dan fe de la pulcritud con que la que los vendedores con los que tratan despachan sus productos.

“A mí me parece que tienen un orden casi alemán…todo está limpio. No he visto problemas de desorden o limpieza”, defiende el periodista.

Un factor a tomar en cuenta en este debate es que la mayoría de los habitantes de barrios residenciales de la capital los eligen para vivir por su tranquilidad y ornato. Según Morán son lugares en los que por tener una propiedad se deben pagar impuestos extremadamente altos. “Si pagas un impuesto alto quieres que tu barrio esté limpio, ordenado, que no haya vendedores ambulantes, que los negocios locales cumplan con las medidas y protocolos de la ley”, advierte.

En este sentido, ella cree que la incomodad va por ese lado. “Por eso te compras un bien en un lugar donde este tipo de cosas no deberían pasar, independientemente que sea la González Suárez, el Batán o la Gasca”.

Juan Carlos Herrera es abogado y vecino del sector. Trabaja cerca del Hotel Quito así que usa la bicicleta o camina para movilizarse. Esto le ha permitido observar de cerca la situación de los comerciantes que están en las calles. Su perspectiva al respecto es “compleja”, ya que dice que hay varios puntos a considerar.

Él piensa que hay residentes que se oponen porque el barrio es la González Suárez. Es decir, por cuestión de estatus. Les da igual si permiten o no este tipo de tipo de ventas mientras no sea en el sector y las inmediaciones. Mientras se vayan a otro lado todo está bien. No está de acuerdo con esta postura discriminatoria.

Asimismo, Herrera es consciente de que las ventas informales son ilegales y que arrastran muchas irregularidades. Este es el único punto en el que todos los implicados en el debate coinciden. Sin el permiso que manda la Ordenanza el trabajo en las calles es ilegítimo.

Morán es todavía más drástica. “Para mí la gente no debe vender en las calles”, declara. Esto porque hay sitios específicos que se han creado para desarrollar actividades comerciales y evitar que las vías se conviertan en mercados. Pone como ejemplo otras ciudades del mundo, en las que esta práctica es sancionada. Como Madrid, en donde es común ver a la policía persiguiendo a los manteros (vendedores que llevan en mantas sus productos) que intentan evadir las leyes.

“Las normativas son totalmente dejadas a un lado. La gente cree que porque están sin trabajo o deben sobrevivir de alguna manera pueden romper las reglas y eso no es lo correcto”, sostiene Morán. Y no habla desde la comodidad, porque cuenta que actualmente está desempleada. Así que entiende que en ocasiones la necesidad obliga. Sin embargo, defiende que como “todos tendemos el mismo derecho a trabajar, también tenemos el deber de seguir las normas”.

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Escrito por Gabriela Balarezo

Autor: Ángel Mediavilla

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